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Los altos acantilados azotados por el viento se asoman en la costa norte de Cornualles. Las olas chocan y se rompen en su playa dorada. Aquí es donde crecí, dónde vivo y trabajo. Una vista asombrosa. El lugar perfecto para sentarse bajo el sol y dejar que su luz te abrace.
Cada organismo en nuestro planeta le debe su vida a la luz solar. La luz es vida, pero demasiada luz también puede suponer la muerte. La luz es una fuente de vida y al mismo tiempo una amenaza. Vaya paradoja.
En los humanos la luz solar puede dañar nuestra piel e incluso causar cáncer. La exposición excesiva a la radiación ultravioleta emitida por el sol es la causa más común de cáncer a la que los humanos estamos expuestos en nuestras vidas cotidianas, pero no podemos vivir sin luz solar.
Las paradojas como esta siempre me han fascinado y mi investigación se basa en una de ellas. Soy una fotobióloga que realiza investigación clínica en el hospital Royal Cornwall en Truro, justo donde nací. He añadido una nuevo nivel de complejidad a esta paradoja sobre la luz. La luz es la vida y puede suponer la muerte, pero en mis manos también es un arma para luchar contra la muerte.
Uso energía lumínica para tratar un tipo de cáncer que afecta la piel llamado cáncer de piel no melanoma, que es principalmente causado por la luz solar. Con esta técnica uso la luz visible para activar un compuesto sensible a la luz que se encuentra de manera natural en las células. Este compuesto es el precursor de hemo y es necesario para el transporte de oxígeno y la producción de energía que existe en cada una de las células de nuestro cuerpo. Una vez que es activado por la luz, este compuesto sensible a la luz destruye células cancerígenas de manera selectiva a través de una serie de reacciones biológicas complicadas sin dañar de manera significativa la piel sana que la rodea.
Artificialmente se induce el proceso mortal celular aplicando una crema sólo en la zona de la piel que se quiere tratar. La crema se transforma en el compuesto sensible a la luz que transfiere energía lumínica al oxígeno y activa los radicales libres. Como son átomos inestables y altamente reactivos, los radicales libres destruyen las células cancerígenas en el área de la piel donde se aplica la crema.
Afortunadamente, el cáncer es muy glotón y necesita mucha energía para poder crecer rápidamente. Por lo tanto, las células cancerígenas aumentan de manera natural la producción de hemo y producen rápidamente una gran cantidad del compuesto sensible a la luz a partir de la crema en tan sólo unas pocas horas. Durante este mismo periodo de tiempo, las células de la piel sana comienzan también con su proceso de producción.
Aquí hay otra paradoja: mientras el cáncer intenta crecer desesperadamente, nosotros podemos encontrar la clave para su destrucción. Esto nos brinda una oportunidad ya que la luz activadora se puede usar para destruir el cáncer y minimizar el daño no deseado a las células adyacentes.
Mi investigación se inspira en la paradoja de la luz y los esfuerzos para llevar este proceso más allá en un intento por tratar el cáncer en pieles más gruesas. Actualmente, estos tipos de cáncer no son tratados de manera efectiva usando esta terapia porque es difícil para la crema penetrar profundamente en los tumores gruesos y destruirlos completamente.
Uno de los retos a los que nos enfrentamos es que de manera natural, el compuesto sensible a la luz es continuamente convertido en hemo. Cuando esto ocurre pierde su poder porque no puede transferir la energía de la luz al oxígeno y producir radicales libres. Sin embargo, la conversión natural del compuesto sensible a la luz a hemo requiere hierro. Si eliminamos temporalmente el hierro libre en las células usando un segundo medicamento, podemos evitar temporalmente que se desperdicie nuestro valioso compuesto sensible a la luz. Esto da como resultado una mayor acumulación de este compuesto dentro de las células cancerígenas, y es por lo tanto, un tratamiento potencialmente más efectivo para aquellos tumores de piel más gruesos y muy predominantes.
Hemos diseñado y patentado una medicación combinada que induce la producción del compuesto sensible a la luz y que a la vez que captura hierro. Este es el primer paso para el camino largo y difícil para descubrir una cura.
Mi camino personal en este viaje comenzó durante mi año de formación profesional de pregrado en el Hospital Guy, donde trabajé en ensayos de oncología clínica en pacientes con cáncer de mama con enfermedad terminal. Los recuerdos de estas mujeres todavía me inspiran para trabajar duro y aprovechar mi talento y mis oportunidades.
Actualmente mi laboratorio de investigación forma parte del Instituto para el Medio Ambiente y Sostenibilidad en el campus universitario de Penryn y trabajo en los cuatro campus de la Universidad de Exeter en Devon y Cornwall.
Como la luz, yo también soy un catalizador, un catalizador de energía positiva. Como una cascada biológica creo que mis enseñanzas y mi investigación tienen una influencia indirecta que se va amplificando y acaba teniendo mayor impacto que una entidad única trabajando sola.
Mi trabajo puede ser visto como una sucesión continua de soluciones intermedias y paradójicas tratando de encontrar el camino correcto.
Traducción al español por Ester Aranzana Martínez y Martha Irene Saladino.
Jamy-Lee Bam, Data Scientist, Cape Town
Paarmita Pandey, Physics Masters student, India
Nesibe Feyza Dogan, Highschool student, Netherlands
Una, writer and educator
Radu Toma, Romania
Financier and CEO, USA
Yara, Lebanon
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