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Es de noche otra vez y el bosque se encuentra en silencio. A primera vista, el silencio parece familiar, se siente casi cómodo. Es el silencio del viento en los árboles y la lluvia en sus copas, la corriente ligera que fluye y el grito de un ave de presa en una noche sin luna. Es el tranquilo y reconfortante silencio de la naturaleza.
Sin embargo, hay otro tipo de silencio que no es familiar ni reconfortante. Es el silencio de un cazador, esperando y observando. Es el silencio del cálculo frío, de un rifle aún sin disparar. La calma antes de la muerte. Es el silencio feroz de las criaturas del bosque, cautelosas y en guardia. Una madre acurruca a su cría. Esta madre es un animal que le teme al dueño caprichoso del bosque, el humano cuyo trabajo conoces muy bien. Él es el causante de incendios, es el talador de árboles y el sembrador de cemento en lo que una vez fue el hogar de la bestia salvaje.
Tal brutalidad, hostilidad y conflicto ocurren ahora en todas partes del mundo. Estas interacciones negativas se conocen como «conflicto humano-vida silvestre» y surgen entre las personas y los animales salvajes cuando viven cerca el uno del otro. Probablemente hayas escuchado las historias de tigres atacando a aldeanos, elefantes pisoteando cultivos o lobos arrebatando ganado. Esto, a su vez, conduce a represalias contra estas especies y una severa reducción en su número.
Un conflicto algo menos obvio entre los humanos y la vida silvestre que está comenzando a llamar más la atención, es el tema de mi investigación de doctorado: el conflicto entre humanos y jabalíes. El jabalí, el ancestro salvaje de nuestros cerdos, es un animal inteligente y oportunista. Vive en grupos familiares matriarcales y se reproduce hasta dos veces al año. A diferencia de muchas especies, los jabalíes prosperan en entornos urbanizados.
Con 6 a 12 crías en cada camada y las crías volviéndose fértiles después de solo un año, su población crece rápidamente. El jabalí se está haciendo un nombre como «especie invasiva” o de “plaga” pues se alimenta de cultivos, es causante de accidentes automovilísticos y daña la propiedad humana. Los encargados de formular políticas y los biólogos conservacionistas están cuestionando cómo controlar a su población. Inicialmente, este era el enfoque principal de mi investigación.
Con el tiempo, sin embargo, comencé a reconocer la parte arrogante y egocéntrica de este problema. Los animales no son conscientes de las elecciones que hacen. El “conflicto entre humanos y vida silvestre” parece implicar que su comportamiento existe para molestar a los humanos. Sin embargo, ahora se reconoce que al menos parte del conflicto entre los humanos y la vida silvestre se produce del “conflicto entre humanos con humanos”, en el que las diferentes partes interesadas tienen puntos de vista contratantes sobre cómo se debe manejar una especie.
Los hábitats se están fragmentando y destruyendo para satisfacer las necesidades de la siempre creciente población humana. Los animales alrededor del mundo están buscando las mismas cosas: comida, agua y una pareja para reproducirse. Esto quire decir que la distribución de las especies no es aleatoria, sino que se adapta a sus necesidades fisiológicas.
La invasión humana significa que hay menos espacios verdes para que la vida silvestre deambule lo que causa que muchas especies se extingan. Así es como influimos en la distribución y el sustento de la vida silvestre: destruimos su hábitat, los forzamos a vivir cerca de nosotros y los castigamos por hacerlo.
No podemos cambiar la historia humana y recuperar a las especies y ecosistemas que alguna vez existieron, pero podemos al menos mostrar respeto por la naturaleza y la vida silvestre que queda y prevenir que más especies se pierdan. En lugar de encontrar una manera de resolver el “conflicto jabalí-humanos-vida salvaje”, ahora he reformado my pregunta de investigación alrededor de la coexistencia entre los humanos y la vida silvestre.
En los últimos años, implementé una red de cámaras activadas por el calor y el movimiento para observar a la población de jabalíes en un área verde y muy urbanizada. La tecnología de cámaras de trampa me permite mirar entre bastidores las vidas de los jabalíes sin molestarlos. Con modelos de distribución de especies, modelo cuantitativamente la relación entre las especies y el ambiente. Vinculo los datos de ocurrencia de especies a las variables ambientales como son la disponibilidad de alimentos, refugios y escondites, presión de caza y presión recreativa. Haciendo esto, puedo cuantificar objetivamente la magnitud de los efectos de la presencia humana en la población de jabalíes y predecir qué partes son importantes para preservar su supervivencia.
Fomentar la coexistencia entre los humanos y la vida silvestre requiere la integración de la biología, la economía y la sociología. Al predecir cómo reaccionarán los jabalíes a su miedo a los humanos, proporcionamos una base biológica para desarrollar una estrategia de manejo que beneficie no solo a los humanos sino también a nuestros jabalíes.
Ilustración de Helen Spence-Jones.
Traducido por Martha Irene Saladino.
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Jamy-Lee Bam, Data Scientist, Cape Town
Paarmita Pandey, Physics Masters student, India
Nesibe Feyza Dogan, Highschool student, Netherlands
Una, writer and educator
Radu Toma, Romania
Financier and CEO, USA
Yara, Lebanon
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