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5 de agosto. Cambridge, Inglaterra. 16:00
No ha cancelado. Es ciertamente una buena señal.
Bueno, a menos que algo inimaginable haya sucedido. No, me niego a caer en pensamientos negativos. Llegará en cualquier momento.
Conectada a una llamada de Zoom, esperaba a que mi amiga química libanesa Martine Abboud apareciese para nuestra cita planeada hacía ya varias semanas. Martine vive en Oxford Inglaterra, pero había estado en el Líbano de visita.
16:05 Esperaba con el corazón en un puño. Entonces llegó un mensaje…
Justo después de que cualquier desgracia ocurra en el Líbano, sea una explosión, un asalto aéreo o un asesinato, lo que primero hacen los libaneses es un recuento. A continuación le suceden los funerales y la furia. Enterramos a nuestros muertos, barremos nuestros sueños hechos añicos, y evaluamos cómo empezar de nuevo con lo que nos queda.
Excepto que a veces, no queda nada.
Martine perdió a un familiar y experimentó una gran variedad de emociones en menos de 24 horas: conmoción, desconfianza, ansiedad, tristeza, se sintió rendida, desesperanzada, rota, culpable y enfadada. Había regresado a Inglaterra tan sólo un día antes, y mientras echaba de menos la simplicidad y autenticidad de Beirut perdió la noción del tiempo y de nuestra reunión virtual.
Lo que debían de ser dos amigas contándose sus novedades, una semana más tarde eran dos científicas tratando de entender su país y sus realidades.
Ondas de choque y realidades estremecedoras
El 4 de agosto en un almacén en el puerto de Beirut una explosión liberó una cantidad inmensa de energía generando una onda de alta presión. El frente esférico arrasó la ciudad en cuestión de segundos desprendiendo una gran cantidad de calor. Según se estimó en el análisis de los videos de la explosión, la onda de alta presión viajaba a varios miles de metros por segundo. Es mucho más rápido que la velocidad del sonido de 343 m/s. Por lo tanto, se vió primero y después se escuchó el ruido, un tembloroso explosión sónica.
También se escuchan explosiones sónicas cuando se agita un látigo, porque el extremo del látigo se mueve más rápido que la velocidad del sonido creando unas ondas de choque débiles.
Una bóveda blanca sobre la ciudad nublada.
Como las ondas sonoras, las ondas de choque son transparentes en el aire por el que viajan. Esto les confiere un aura de misterio que Hollywood usa para crear efectos dramáticos, como cuando los héroes son golpeados y corren a refugiarse después de una explosión. Sin embargo, en la explosión de Beirut la onda de choque fue claramente visible, como la tragedia que supuso.
La ciudad de Beirut es muy húmeda en verano, especialmente cerca del mar por lo que el aire contiene una gran cantidad de vapor de agua. Justo encima del aire comprimido producido por la explosión existe una región de baja presión. Esto hace que el aire comprimido se expanda rápidamente y se enfríe, de manera que el vapor de agua del aire se condensa y forma una nube blanca. Cuando la presión se equilibra, la nube se evapora y desaparece.
Se puede observar esta condensación, una nube con forma de cono, creada por aviones que vuelan a la velocidad del sonido o superior.
Aparte de una auténtica negligencia, ¿que causó el estallido? La química interviene…
La grabación de la explosión ayuda a estimar la energía liberada en la detonación. Mediante un cálculo rápido y muy simplificado se puede proporcionar el equivalente de TNT, la unidad de medida del poder de destrucción de explosiones. Este cálculo puede tener margen de error pero sugiere que para causar esta explosión se necesitan cientos de toneladas de TNT.
Hay informes que indican que había unas 2,750 toneladas de nitrato de amonio almacenados en el puerto en los últimos 6 años. El nitrato de amonio es un polvo blanco que se parece a la sal de mesa, se usa como fertilizante y no es explosivo. Es un oxidante fuerte y es necesario un detonante para causar una explosión. Un fuego en la zona, cuyo origen está siendo investigado, podría haber causado esta gran explosión.
Las pésimas condiciones de almacenamiento indudablemente agravaron la explosión. El nitrato de amonio es higroscópico lo que significa que si en su entorno hay humedad éste lo absorberá. No han sido completamente reveladas las condiciones de almacenamiento pero parece que el nitrato de amonio fue almacenado en bolsas contiguas y no fue recubierto por agentes especiales que reducen su tendencia a absorber la humedad del entorno. En el entorno húmedo de Beirut esto habría facilitado la aglomeración del polvo formando como una “tarta”, una masa sólida, y por tanto incrementando la velocidad de detonación.
Sigue siendo un motivo de debate la cantidad precisa que explotó de nitrato de amonio. Comparando con explosiones previas en Toulouse y Texas, el radio de la onda de expansión (de unos 9 km) se esperaba que hubiera sido mayor, si asumimos que la totalidad de las 2750 toneladas existentes explotaron en su totalidad. Sin embargo, hay varios factores que pudieron haber influido en el estallido: el relieve, la temperatura y la cercana presencia del mar.
Las explosiones gigantescas son devastadoras, haciendo que casas y edificios se derrumben. La metralla o fragmentos de la explosión pueden ser disparados como balas supersónicas, tomándose más vidas y los medios de vida. Unas 177 personas fallecieron, hubo más de 5,000 heridos y unas 300,000 personas se han quedado sin hogar.
¿Un país desesperanzado?
El miércoles 5 de agosto Martine recibió dos emails. Uno escrito por un estudiante de 18 años que empezó la iniciativa: “Simply Youth” (en español: “Simplemente jóvenes”) para destacar cómo la juventud del Líbano puede contribuir y crear nuevas oportunidades. El otro email también era de un estudiante que creó la plataforma: “Volunteer Beirut” (en español: “Voluntarios de Beirut”) con el fin de crear un mapa de voluntarios y movilizarse para ayudar con la crisis.
Estamos enfadados pero no derrotados. Hubo muchos voluntarios que ayudaron, contribuyeron y donaron.
Crearemos el Líbano que necesitamos y nos merecemos, y hasta entonces, estate atento a las nuevas iniciativas.
Traducido por Ester Aranzana Martínez.
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Jamy-Lee Bam, Data Scientist, Cape Town
Paarmita Pandey, Physics Masters student, India
Nesibe Feyza Dogan, Highschool student, Netherlands
Una, writer and educator
Radu Toma, Romania
Financier and CEO, USA
Yara, Lebanon
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